La Carrera y Marcha Senderista Cerro de la Marmota celebrará su XIV edición el 30 de noviembre en Colmenar Viejo. Organizada por la Asociación Pablo Ugarte (APU), destina toda su recaudación a 29 proyectos de investigación sobre cáncer infantil en España.
MJ. Colmenar Viejo volverá a correr por la vida el próximo 30 de noviembre con la XIV Carrera y Marcha Senderista Cerro de la Marmota, una cita solidaria organizada por la Asociación Pablo Ugarte (APU). Desde hace catorce años, esta iniciativa ha logrado convertir el deporte en un símbolo de esperanza para cientos de familias afectadas por el cáncer infantil. Toda la recaudación se destina íntegramente a proyectos de investigación que buscan curas más eficaces y tratamientos menos invasivos para los niños.
Con el apoyo del Ayuntamiento y cientos de voluntarios, la cita reúne cada año a más de 2.500 personas en un ambiente familiar y solidario. Para el presidente de APU, Mariano Ugarte Romero, el evento “es una alegría, porque mientras la gente disfruta, colabora con el cáncer infantil sin darse cuenta”. Una carrera que convierte el esfuerzo colectivo en una auténtica carrera por la vida.
Un origen deportivo con alma solidaria
La historia de la carrera se remonta a una propuesta del Club de Atletismo de Colmenar Viejo. “La carrera nació como iniciativa del club, que quiso hacer una prueba benéfica. Al año siguiente ya no la organizaron, y entonces la continuamos nosotros”, recuerda Mariano Ugarte Romero, presidente de la Asociación Pablo Ugarte. Desde entonces, la APU ha mantenido vivo el espíritu de aquella primera edición, transformando una simple cita deportiva en una causa colectiva.
Cada paso que se da en el recorrido del Cerro de la Marmota representa el compromiso con la investigación. “Se destina a 29 proyectos de investigación de cáncer en toda España”, explica Ugarte. “Hay proyectos en Bilbao, Navarra, Barcelona, Valencia, Madrid, Sevilla, Cádiz y Murcia”. En su web puede verse un mapa con todos ellos, un testimonio visible del alcance nacional que ha adquirido la solidaridad colmenareña.
Una comunidad que se vuelca
El evento se ha convertido en una auténtica fiesta del deporte y la vida. “Tuvimos años en los que se agotaban las inscripciones, con hasta 3.000 participantes”, señala el presidente. En las dos últimas ediciones, el número se estabilizó entre 2.600 y 2.700 personas, un éxito sostenido que demuestra la fidelidad del pueblo.
La implicación municipal ha sido clave. “El Ayuntamiento nos proporciona las instalaciones y el servicio técnico. Todo lo que es el recorrido y el kilometraje lo lleva el Servicio Municipal de Deportes”, explica Ugarte. Este año, la salida y la meta se trasladan a la calle de La Magdalena, con nuevos trazados de 10 y 20 kilómetros. Un recorrido más accesible y seguro que “permite entrar ambulancias en cualquier punto y resulta más cómodo para las familias con niños”.
La concejal de Deportes, Fabiola Cebrián Pérez, asegura que la prueba “es, ante todo, una fiesta para toda la familia”. Habrá puestos de avituallamiento, una clase magistral de zumba y una comida popular en la meta. “Queremos que los más pequeños vivan la experiencia con alegría”, destaca la edil.
Correr por los que lucharon y por los que vendrán
Detrás de cada dorsal hay una historia. “Muchos participan en recuerdo de familiares que han luchado contra el cáncer”, explica Ugarte. “Las familias saben lo importantísimo que es la investigación porque lo han vivido en primera persona. Son los primeros interesados en que avancemos”.
La organización requiere entre 250 y 300 voluntarios, que durante tres días hacen posible que todo funcione: desde preparar las bolsas del corredor hasta servir comida a más de 2.000 personas. “Mientras están disfrutando, colaboran con el cáncer infantil sin darse cuenta. Pasa un día estupendo y, además, ayudan”, resume el presidente de la APU.
Con humildad y entusiasmo, Ugarte tiene claro su deseo: “Que siga igual, con el mismo éxito de participación, que la gente vaya, disfrute y colabore”. Porque en Colmenar Viejo, cada zancada del Cerro de la Marmota es una forma de transformar el esfuerzo en esperanza.










